La globalización construye sus propias fronteras

Por: Eduardo Chávez López

Lo que entendemos por integración del mundo para abrir las fronteras al intercambio de cultura, productos y servicios, reducir distancias geográficas, crear lazos económicos y comercializar libremente, esto que conocemos como globalización, tiene en lo profundo de su funcionamiento y organización una forma diferente de habitar en las ciudades, llegando a ir en contra de sus principios.

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La globalización en las ciudades

Para que el desarrollo económico de la globalización se dé, sus actividades deben estar guiadas de personas con perspectiva de ciudadanos del mundo, expertos en comercializar, libre mercado, intercambio cultural, lograr acuerdos o convenios con empresas nacionales e internacionales generadoras de fuentes de trabajo. Regularmente estos elementos humanos no pertenecen a los países en donde estas compañías se establecen, por lo que ellos deben desplazarse de sus lugares de origen a ciudades con diferentes y bajos horizontes económicos, las urbes reciben y dan cabida a los nuevos habitantes, para ello deben cambiar su apariencia y funcionalidad.

Para generar espacios, grandes inmobiliarias renuevan y construyen en casonas, casas con poco mantenimiento y en general construcciones viejas o descuidadas, que por razones como estas su valor a disminuido considerablemente, o que se encuentran en zonas peligrosas, de pobre imagen urbana, transformándolas a espacios modernos, funcionales, dormitorios o estancias de lujo, franquicias de comida, plazas comerciales, lugares de distracción, todo esto con internet ilimitado.

Y justo en este punto donde la globalización inicia a habitar las ciudades, echando cimientos en fronteras que ella edifica, limita el paso primeramente a los habitantes originales, también quedan excluidos los habitantes de la ciudad ya que la zona se vuelve exclusiva por lo caro de las rentas, construcciones, servicios y comercios.

Subdesarrollo y desplazamientos humanos

El aburguesamiento de ciertas zonas de la urbe por la demanda de habitación para nómadas digitales, trabajadores de élite, actúa como límites divisores de personas y espacios urbanos, cierran, separan, la naturalidad de las ciudades para que el capitalismo se adueñe de los espacios urbanos.

La primera raíz de estos desplazamientos humanos es el subdesarrollo, como dije: de formación académica, de empleos mal remunerados o falta de estos, de poco desarrollo económico, de falta de oportunidades, donde los habitantes locales casi siempre pierden y es que frente de si tienen a enormes empresas de primer mundo, generando desigualdad sobre sus economías ya vulnerables.

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Estas fronteras no son visibles, pero sí perfectamente tangibles, pues dentro de las murallas encontramos mejor calidad en los servicios, prestación ininterrumpida de suministro de agua, seguridad pública, mejor transporte y quizá el elemento que más marca diferencia, el costo de la vida, esto último para algunos, infranqueable.

Ciudades poli céntricas, en un aparente mismo entorno urbano, con valores, costumbres, creencias, que las fronteras del capital resquebrajan, empobreciendo la cultura y negándonos el derecho a la ciudad.

Fotografía: Enrique Pampliega

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