Por: Andrés Rodríguez
Vamos a platicar de algo que muchos ya sabemos, pero ahora vamos a contrastarlo.
Alguna vez me dijeron que la diferencia entre un adulto y un niño es el hecho de responsabilizarse de sus actos; tener el valor de tomar las responsabilidades, cumplirlas, y tener el valor de afrontar las consecuencias cuando se falla en la labor. Un adulto disfruta sus triunfos y continúa en búsqueda de cumplir nuevas metas, un adulto se responsabiliza de sus errores y continúa en busca de remediar y reparar los daños ocasionados.
Hoy en día, a nuestro alrededor, encontramos a muchas personas que tienen una edad adulta, pero que no tienen una integridad adulta. En el trabajo, en el hogar, en nuestros círculos sociales, o cómo ahora parece estar de moda, en la política.
La idealidad de un gobierno democrático divido en tres poderes federales busca equilibrar las fuerzas políticas, regular las funciones de estos poderes y buscar el punto de acuerdo y unión en que se gobierne en beneficio de los ciudadanos a quienes representan los ocupantes de los cargos públicos.
Cuando los representantes de los poderes tienen ideales políticos diferentes, suele existir conflicto en la búsqueda del entendimiento, debates y negociaciones para que los poderes ejecutivos y legislativos acuerden en la aprobación de leyes; regulados por el poder judicial.
Si los representantes de los poderes tienen ideales políticos similares, el camino legislativo es mucho más sencillo. Poder ejecutivo y legislativo pueden implementar los cambios, regulaciones y legislaciones en pro del pueblo que los votó, solo delimitando que estos cambios no salgan de lo que demarca la constitución política; labor del poder judicial.
Así, cuando un gobierno que comenzó con mayoría en las cámaras legislativas, con más de 30 millones de votantes dando fuerza y credibilidad a la instauración de esa gestión, en 5 años no ha dado resultados notables en ningún rubro, solo nos indica o una total ignorancia e inexperiencia, o la falta de interés en la realización de un proyecto prometido.
El poder con el que entró este gobierno hubiera sido soñado por otros gobernantes, esa fuerza política era una gran oportunidad para realizar grandes y notorios cambios para la mejoría de un país que clama por un respiro en el que se noten los resultados de los constantes conflictos sociales, notar que rinden frutos la sangre, los desvelos, los esfuerzos, las protestas, los debates y la historia en la luz que nos vislumbre un futuro mejor a todos.
Así que, si alguien tomó una responsabilidad y se le dieron las herramientas necesarias para realizar su tarea, pero no cumplió siquiera con empezar la labor ni en salud, ni en seguridad, ni en economía, ni en la disminución de la pobreza; no puede ser responsabilidad de alguien más.
No puede ser culpa ni del pasado, ni de los conservadores, ni de los neoliberales, ni de las instituciones, ni de los golpistas, ni de los reporteros, ni de la prensa, ni de Estados Unidos, ni de los otros poderes, ni de los fifís, ni de los diputados, ni de los senadores, ni de las feministas, ni de los familiares de niños con cáncer, ni de los migrantes, ni de las instituciones internacionales, ni de los saboteadores, ni de los muertos, ni de los enfermos, ni de (inserte cualquier enemigo ocurrente).
En mi opinión, este gobierno ha resultado ser de ninis, Ni cumple, Ni trabaja. Cosas que le han faltado al gobierno en este sexenio son, valor para tomar las responsabilidades de sus errores y enemigos a quienes responsabilizar por sus fracasos.
Este no ha sido el gobierno más atacado, simplemente ha sido el gobierno más chillón.